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Abstracto Continuo curated by Alex Fleites

Opening

Friday Aug 14, 2020

Abstracto Continuo

¿Puede haber motivación más genuina para una muestra de artes visuales que la intrínseca calidad de las obras a confrontar con el público? Es lo que pienso al idear el relato curatorial a partir de la selección de piezas recientes de Gilberto Frómeta, Víctor Gómez y Rigoberto Mena, tres nombres más que establecidos dentro del rico y competitivo corpus de la cultura cubana contemporánea.

 

Para esta exhibición en el Kendall Art Center hemos escogido de cada uno las obras que mejor expresan el momento actual de sus búsquedas y hallazgos, ese punto donde cristalizan, de forma rotunda, obsesiones y saberes adquiridos en intensos años de trabajo incesante dentro de la abstracción informal. Son cuadros “calientes”, de ahora mismo, de tres maestros, y esa es, sin dudas, una de las mayores atracciones del conjunto.

 

Describir el camino que los ha traído hasta aquí desbordaría los marcos de esta presentación. Ellos cultivan un género de las artes plásticas que intenta desasirse de los referentes representacionales inmediatos, al tiempo que hurgan en el inconsciente y dotan de protagonismo a los pigmentos y a los soportes per sé, en diálogo conflictivo con las herramientas y la materia propias de este oficio. En cambio, podemos ponerlos brevemente en contexto. 

 

El abstraccionismo llega a Cuba en los tempranos años cincuenta del pasado siglo procedente de Nueva York, que a la sazón había desplazado a Europa –principalmente a París– como centro del  arte contemporáneo mundial. Los ecos revolucionarios de Kandinsky y Mondrián nos vienen enriquecidos por la práctica intensa y legitimadora de Franz Kline, Willem de Kooning y, sobre todo, de Jackson Pollock. Y esta tendencia encuentra un grupo de jóvenes entusiastas, estupendamente dotados en lo técnico y abiertos a la experimentación más desprejuiciada. Son nombres citables, entre tantos, Agustín Cárdenas, Fayad Jamís, Antonio Vidal, Hugo Consuegra, Díaz Peláez, Tomás Oliva, Raúl Martínez y Guido Llinás, en la variante informalista; así como los concretos Loló Soldevilla, Sandú Darié, Martínez Pedro, Wifredo Arcay, Salvador Corratgé, Pedro de Oraá, Mijares y Rafael Soriano, que ya hacia el final de la década introducen elementos ópticos y cinéticos.

 

El desarrollo que venía experimentando el arte abstracto en la Isla se ve sesgado por una fecha clave: 1959, año en que Fidel Castro derroca a Fulgencio Batista e inicia una era histórica que estremece cada uno de los niveles de la vida de la nación. Si en su aparición entre nosotros el arte no figurativo fue objeto de enconadas polémicas, ahora se considera oficialmente decadente, pues –según ciertos teóricos de la época– al eludir cualquier referencia a la realidad exterior el artista faltaba a su obligación de reflejar –exaltar–  los ingentes cambios socioeconómicos y, por ello, dejaba sin rostro al principal gestor de la historia: el pueblo. Arte burgués, hedonista, evasivo, son algunas de la etiquetas que recibió el abstraccionismo, y si bien no fue perseguido, como en la Unión Soviética, tampoco contó con un visible apoyo institucional. Prueba al canto: entre las muestras colectivas Expresionismo abstracto (1963) y Pinturas del silencio (1997), esta última realizada en la galería habanera “La Acacia”, media la friolera de 34 años.

 

No es hasta entrada la segunda mitad de los noventa que a la escuadra de los “históricos” empecinados (Vidal, Oraá, Corratgé) se suman, como movimiento, un grupo de jóvenes que retoman el lenguaje abstracto por sus más disímiles causes. Vuelven la espalda a lo representacional, a la referencia reconocible e inmediata, a favor de la introspección y la asunción del lenguaje plástico en su grado más puro y autorreferencial: de esa manera la obra deja de “tratar de parecer” para, esencialmente, “ser”. Y así, hasta hoy.

 

Me he circunscrito exclusivamente al contorno del archipiélago cubano porque de nuestros tres protagonistas de hoy dos  –Mena y Frómeta– han desarrollado allí una parte sustancial de sus carreras, y Víctor Gómez comparte con ellos no sólo la etapa formativa, sino también fuertes referentes culturales.

 

Cumple Abstracto Continuo con la filosofía de la Colección Rodríguez: exhibir cuánto de universal tiene el trabajo de los más destacados exponentes del arte cubano, con independencia de dónde hayan fijado su lugar de residencia. La filiación a una cultura determinada, además de los “accidentes” vitales, tiene mucho de sentido consciente de pertenencia. Víctor Gómez, Rigoberto Mena y Gilberto Frómeta son artistas cubanos, en primerísimo lugar, porque se saben parte de un venero que ellos mismos se han propuesto enriquecer.  El abstraccionismo cubano es un devenir continuo que, seguramente, seguirá trasponiendo las fronteras del tiempo.  

 

Alex Fleites

 

From Aug 14 - Sep 25, 2020 (by appointment only)

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