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Pintura de ataque, '4 Artistas, una Generación'


En su región, el Kendall Art Center (KAC) quizás sea el único foco cultural de su tipo que presenta a autores consumados y promueve también a artistas emergentes; nuevos valores que muestran sus productos en sus amplias y modernas instalaciones, 4 salas independientes, 4 galerías a la vez, que con una adecuada curaduría de Henry Ballate, permiten contrastar de forma agradable y elegante diferentes propuestas.

Un Centro creado por Leonardo Rodríguez, como extensión de su propia colección personal, un cubano que pone sus recursos y capacidad, en favor de colocar su comunidad dentro del mapa cultural de Miami. Un esfuerzo no lucrativo que demanda el respaldo del caudal público y por tanto de las autoridades y políticos locales para proyectar su crecimiento.

Ante una exposición como esta 4 Artistas, una Generación, me pregunto si entre estos pintores existe algún otro denominador común. La primera respuesta que me doy, difiere del título, porque aunque sus obras pertenezcan a idéntica etapa de lanzamiento, Yourden Ricardo Aguilera (Cuba, 1974) encaja en una generación anterior a la de sus colegas. Es más importante observar entre ellos las conexiones a través de sus trabajos. Como dice la página web: "Una exhibición que examina la obra de cuatro jóvenes artistas locales que utilizan medios tradicionales para expresarse de maneras sorprendentes. En la era del arte conceptual y multimedia, estos artistas utilizan pinceles y caballetes". Sus distintas visiones naturalistas se circunscriben a un cuarteto de tendencias realistas -unas más vigentes que otras- o lo que es igual “pintura al ataque”, en un instante en que todo parece decantarse hacia lo objetual y tecnológico.

Miguel Saludes (Cuba, 1989) es un neorrealista afiliado al paisaje, mientras Maikel Domínguez (Cuba, 1989) se inscribe de lleno en el Neo-pop, en una de sus derivantes pertenecientes a la Escuela del Pacífico donde por ejemplo clasifica Yoshitomo Nara. Por su lado Yourden Ricardo parece decidido a marchar de la mano del realismo fotográfico, rindiendo devoción al trompe-l’oeil. Por último Álvaro Labañino (Miami, 1989), actúa en la línea del posmodernismo, fusionando infinidad de elementos del propio arte y de las pasadas vanguardias, buscando dejar pocas huellas de sus procesos de apropiación.

Como el arte de ningún modo es una competencia, nadie debe confundir grados de madurez de la obra con cercanía o lejanía de la “meta”. Ahora veo, o bien una etapa definida como en Maikel, o evidencias de que los demás están quemando etapas. Labañino es experimentador, aunque todavía apartado de un discurso crítico y mucho menos transgresor, rebeldía que entre ellos se echa bastante en falta. Labañino y Maikel demuestran innegable sentido de madurez , dominio del color y de las atmósferas, abordadas desde un esteticismo arraigado en sus respectivos e inquietantes lirismos.

Labañino tantea varias vías; la mejor va en busca de esa ancestral alquimia que intenta relacionar lo abstracto y geométrico con lo naturalista y figurativo, haciéndonos penetrar universos atestados de “animados misterios” sin demasiadas tensiones anímicas. En Maikel los misterios parecen reminiscencias traumáticas, lo sicológico y particular en tono literario de cuento infantil con sonrientes caritas, pudiendo además disimular para mayores, una conceptualización fría y acética; interpretación desesperanzadora. Un mundo de pueril papel de pared en contextos seriados.

Labañino y Maikel han cimentado ya la estructura de su poética y empiezan a desarrollarla desde filones bien sujetos. Lo importante es que ambos tienen adquiridos unos rasgos que los distinguen -en una época de reflejos que rebotan, cuando el arte pareciera estar atrapado en la casa de los espejos.

Recomiendo ver de Labañino The Bittersweet Studio (Estudio Yerva Mala) y, muy en especial, Date With Destiny (Cita con el destino); lo mismo exhorto al visitante a detenerse frente a la pieza de Maikel que da título a su serie Full of Pollen (Lleno de polen), Snowing a Lot (Nevando mucho).

Los cuadros de Yourden, pertenecientes al 2018, nos enfrentan con “juegos de palabras” compuestos mediante imágenes fotográficas, relaciones obvias, literales, rebuscadas e ilustrativas, que me traen a la memoria la labor del maestro de la gráfica Norman Rockwel. Igual Yourden es asociable a la modalidad del realismo americano en que operaron Janet Fish o William Bailey, agregando fundamentos del surrealismo académico despojado de su clásico hálito, porque aquí el autor desecha lo onírico, para darle a cambio contemporaneidad a lo que en esencia son naturalezas muertas (ver su obra Unfair balance/Balance injusto).

Yourden y Saludes destierran el drama y la figura humana, estableciendo unas propuestas condescendientes que respectivamente le hacen guiños en clave al bodegón, y al paisaje romántico. Para Yourden la organización de los objetos equivale a la intervención humana, en Saludes la ordenación de las flores y el ritmo se refieren al cuidado humano de la huerta. De modo que sin la presencia del hombre, con solo su huella, Yourden se vuelca en un efectismo eficaz y pulcro, y Saludes en una ornamentación que se diría quiere hacer volar por los aires los jardines de Gustav Klimt y Monet (ver de Saludes su obra Blue Field with Flamboyant Blossom. Lo que ambos hacen nos permite transitar de la seducción de las cosas al reino de lo bucólico e idílico, del cálculo al eco de La Pastoral en Fantasía de Disney.

POR ALDO MENÉNDEZ

Especial/el Nuevo Herald

Aldo Menéndez es pintor, curador y crítico de arte; artsituation@gmail.com

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